La Primera Guerra Mundial (1914-1918), tuvo unas características que hicieron de ella una guerra diferente, dándose unos hechos hasta entonces nunca vistos. Uno de ellos fue la reestructuración y orientación total de la industria civil hacia lo militar, ya que las reservas del ejército fueron insuficientes para sostener un conflicto que parecía no tener fecha de caducidad. En tan sólo dos meses de combates, el ejército francés agotó su munición para la artillería pesada, y los medios de transporte y armamento necesario para el resto de ejércitos comenzaban a escasear. Además, el hecho de movilizar enormes ejércitos (65 millones de soldados entre todos los contendientes) provocaba que la retaguardia quedara huérfana de mano de obra, por lo que hubo que recurrir a la mujer para mantener la producción. 430.000 mujeres francesas y 800.000 británicas pasaron de ser doncellas y amas de casa a obreras asalariadas. Este hecho supuso toda una revolución para su situación, ya que no sólo afectó al sector industrial, trabajos tradicionalmente masculinos fueron ocupados por la mujer, y pronto fue habitual ver a camareras, secretarias y conductoras de tranvía. El peso que iba adquiriendo la mujer en el mundo laboral trajo mejoras en su situación. En 1915, el gobierno francés aprobó una ley en la que se establecía un salario mínimo para aquellas mujeres que compaginaban las tareas domésticas con su labor en la industria textil. Además, se dieron intentos de equiparación entre hombre y mujer. Siguiendo el ejemplo del sector textil francés, en 1917 se decretó que tanto el hombre como la mujer tendrían derecho al cobro de una paga por pieza elaborada.
Emmeline Pankhurst |
En el centro, Garrett Fawcett |
El esfuerzo de estas mujeres permitió que la mujer se librara poco a poco de la esclavitud milenaria a la que estaba sometida, dejando de ser un ciudadano de segunda categoría y conseguir una serie de derechos inalienables que la equiparaban al hombre. Así, podríamos resumir sus reivindicaciones en estas palabras de Fawcett:
"...libertad de entrada a las industrias y oficios cualificados y las oportunidades para un mejor formación profesional, además de la organización de las mujeres en sindicatos, o en los de los hombres, o en los suyos propios, y el poder político, es decir el sufragio femenino para apoyar sus reivindicaciones industriales...".
Fuentes:
Marías, Julián. La mujer en el siglo XX. Alianza Editorial, 1997.
Astorri, Antonella y Salvadori, Patrizia. Atlas ilustrado de la Primera Guerra Mundial. Ed. Susaeta, 2002.
Que entrada mas bonita. Mentes brillantes
ResponderEliminarY con un par de ovarios
ResponderEliminarNo veo mucha diferencia entre lo que llamas emancipación y la explotación, o prostitución. La identificación de los intereses de la mujer con los de la casta dirigente del feminismo actual es demasiado tendenciosa y peligrosa si consideramos que todo el movimiento feminista es utilizado por unos poderes ocultos que probablemente sean de unos pocos hombres. La esclavitud milenaria de la mujer que mencionas es uno de los tópicos con menos base científica y documental que existen, sobre todo si consideramos que se producía en un mundo sin drogas y que la emancipación ha puesto a muchas mujeres hasta las cejas de diversas sustancias y productos estupefacientes. Deberías tener algo más de rigor, no sólo estar en sintonía con lo que se dice en la calle para favorecer a la mafia.
ResponderEliminarHola
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