El estudio de las concepciones históricas ha sido objeto de debate desde la Ilustración y, aún hoy, continúa siéndolo. Qué es la historia, cuáles son sus objetivos o qué metodología debe seguir, son algunas de las preguntas que se han formulado historiadores, filósofos, antropólogos e incluso científicos y que, además, ha generado una amplia bibliografía.
Muchos fueron los ilustrados que, como Montesquieu (1689-1755) o Voltaire (1694-1778), cuestionaron ese tratamiento de la historia de origen medieval concentrado en el estudio cronológico de reyes y dinastías reales, que no iba más allá del relato, por norma mitificado, de sus logros y hazañas. La historia debía ser una herramienta para comprender la época en que se vive, no un canto a la gloria del rey y sus antepasados, y por ello Voltaire cree que la verdadera historia se alcanza a través de la reflexión crítica de los datos y el pensamiento racional, siendo este el único camino para alcanzar el conocimiento. No obstante, el pensamiento ilustrado no es uniforme y, por tanto, Montesquieu partirá de la teoría política en vez de la reflexión crítica para explicar la naturaleza de las formas de gobierno, no buscando teorías apriorísticas que las expliquen, si no a través de lo tangible, lo empírico. A pesar de ello, no rechazaba que pudieran existir unas causas generales que explicaran la evolución histórica y su estudio como ciencia.
Leopold von Ranke |
El historicismo sufrirá una fuerte crisis como método de la mano del materialismo histórico de Karl Marx (1818-1883) y de las aportaciones en sociología de Herbert Spencer (1820-1903). Ambos rechazan el método individualizador que propone el historicismo. Mientras Marx supone progreso en la historia reflejado en la sucesión de modos de producción y, por tanto, que existe una relación entre los periodos históricos basada, al menos, en la economía, rehuyendo de lo singular del acontecimiento, Spencer aplicó en la sociología las teorías evolucionistas de Darwin, señalando que toda sociedad evoluciona ganando en complejidad, de lo que se deduce una periodización de las sociedades lineal y progresiva.
Busto de August Comte |
No obstante, ya en el siglo XX, el positivismo tendría sus detractores, encabezados por Charles A. Beard (1874-1948) y la New History norteamericana, quien no tardó en calificarlo como un “mero coleccionador de hechos”, acumulando una gran cantidad documental pero sin capacidad de síntesis interpretativa. Su concepto de Historia se basaba en la búsqueda de razones socioeconómicas para explicar los acontecimientos históricos.
Por otro lado, en Francia nacería la Escuela de Annales, cuyos fundadores fueron Marc Bloch (1886-1944) y Lucien Febvre (1878-1956). Esta tomaría una postura crítica con el historicismo, atacando su culto al hecho histórico y el enfoque exclusivamente político, y con el positivismo, al que exige no sólo el estudio del pasado, sino ofrecer una historia al servicio del presente. La Escuela de Annales consideraría la Historia como una ciencia con un sistema teórico propio, capaz de abarcar de manera equitativa aspectos tanto políticos, como económicos, sociales o filosóficos y utilizando una metodología relacionada con otras ciencias, como la Geografía o la Antropología.
Rafael Altamira y Crevea |
Esta idea de Historia sufriría intentos de despojarle de sus cualidades científicas y provendrían de campos ajenos a la misma. El filósofo Karl Popper (1902-1994) sostendría que la Historia carece de capacidad para enunciar generalizaciones teóricas, y que sólo puede atender a acontecimientos aislados, por lo que carece de método científico. Popper va más allá incluso, aseverando que ni tan siquiera podríamos hablar de una historia del pasado, puesto que todo son interpretaciones históricas, y que estas varían con el paso del tiempo. Del mismo modo, en los años ochenta del siglo XX, el politólogo neoconservador Francis Fukuyama (1952) llegaría a anunciar la "muerte de la historia", apoyándose en que la historia de las ideologías acabaría cuando todos los países asumieran el sistema democrático liberal, una vez cayera por su propio peso el sistema comunista. Evidentemente, el fracaso del capitalismo en algunas partes del mundo quitó la razón a Fukuyama y se la dio a sus opositores. Entonces, cabría preguntarse cual sería el "sujeto histórico", hacia que dirección tenderá la Historia y si es cierto que nos hallamos en el "principio del fin" de la misma, un otoño de la Historia, emulando a John Huizinga en su obra El otoño de la Edad Media, o si veremos como sigue su cauce hacia un nuevo paradigma histórico.
Bibliografía:
Carrera Ares, J.J. Razón de Historia. Estudios de Historiografía. Ed. Marcial Pons, Madrid, 2001.
Fontana, J. Historia. Análisis del Pasado y Proyecto Social. Ed. Crítica, Barcelona, 1982.
Bibliografía:
Carrera Ares, J.J. Razón de Historia. Estudios de Historiografía. Ed. Marcial Pons, Madrid, 2001.
Fontana, J. Historia. Análisis del Pasado y Proyecto Social. Ed. Crítica, Barcelona, 1982.
o primavera de los nuevos tiempos?
ResponderEliminarQue texto bueno bien hecho! Historiografia no es fácil, pero para mi es lo que hay de más importante para estudiarmos en História, es fundamental, sin historiografia no se sabe lo que es história.
Que pena que tu no hablaste de la História Cultural, la mejor parte de todas jeje
Cierto, es vital y creo que se debería impartir en primero, no como yo que la di en el último! Seguro que a parte la historia cultural se me ha escapado otra corriente, pero no te preocupes, lo bueno del blog es que puedo escribir infinitas entradas y, un día, le dedicaré una a los historiadores de la historia cultural ;)
ResponderEliminar